sábado, 21 de marzo de 2015

Lectora incógnita de escritora escondida


Para variar, y para seguir el espíritu feminista que me anima, voy a escribir de una mujer.
No la conozco, la verdad. La he visto un par de veces, la he leído mil. Si hablamos, nunca me atreví a confesar que sus historias escondidas eran mi lectura favorita para llorar cuando tengo necesidad de nostalgia. Es psicopateo, en realidad: ya nadie visita los blogs de nadie, pero a veces, cada cierta cantidad de meses, me acuerdo y me hundo en su tiempo, lleno de una tristeza pesada, porque es cotidiana. Se siente en su texto un aire denso, de realidad insoportable, y todo lo que me esfuerzo en hacer pasar por irrelevante me da una pena insondable. La admiro y la envidio, porque no puedo ser tan hermosa y triste, tan melancólica y con tanta dramaturgia armar escenarios de pena, de fealdad y de olvido, siendo tan feliz, tan bella y popular. Tiene una vida de letras desolada que no se condice la de verdad, llega a ser injusto. Pero es mi favorita porque cuando necesito sentirme horrible siempre tiene algo escrito para mí, aunque no tenga idea. 

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