lunes, 25 de septiembre de 2017

Abrazar el caos para dormir mejor

3:47 AM 25 Septiembre 2017

Llevo casi dos meses sufriendo de un insomnio ansioso que no entiendo si es agudo o crónico, porque ni es a lo lejos ni es todos los días, pero sin duda tiene más de lo segundo porque es un familiar más en mi vida. Tengo más noches de ansiedad, taquicardia y desvelo que recordar que esas en que uno se despierta con gusto -o disgusto?- porque durmió como angelito (aquí seguramente está operando ese mecanismo que hace que uno se acuerde más de lo malo que de lo bueno, porque no es que nunca duerma; sólo recuerdo con mucha vividez la sensación de angustia de no poder dormir pensando en que no puedo dormir).
Es como estar asustada. ¿Asustada de qué? Es como una cosa negra que se avecina, la ansiedad. Nunca me he presentado como una persona con trastorno de ansiedad, y no sé los parámetros para diagnosticarlo, pero sé que me pasa esto. "X situación" se vuelve enorme, un gigante que se me abalanza, "Cómo voy a lograrlo": pasar por encima de esa mole, y además descansar en el intento. Y yo me vuelvo un remolino en la cama. 
no recuerdo que esto me ataque en el metro o en la calle, ni en la clase, ni en la ducha; en la cama, en la siesta o en la noche, siempre robándome el sueño (insisto en que los "siempre" pueden ser exageraciones, pero digamos: siempre que se aparece es para quitarme el sueño -ahora mismo).
y, bueno, yo pensaba en respirar profundo, en hacer pranayamas, en la postura del cadáver y el yoga nidra; todo eso que he aprendido en mi incansable esfuerzo por volverme esa persona saludable, llena de energía y orden , de verduras y frutas, de agua con limón y jengibre que quiero ser. Sin succesfull. 
Ahora mismo, unos minutitos a tes de ponerme a  escribir y después de fallar brutalmente con las técnicas yóguicas milenarias súper espirituales, descubrí un pequeño movimiento interno que -aunque no sé si me quitó el insomnio, porque en vez de intentar dormir  me puse a escribir corriendo para que no se me escape este aire de escritura que hace tiempo no tenía-  sin duda me quitó la angustia, la taquicardia y la pesadumbre: aceptar. Abrazar el caos. 
Toda la práctica yóguica que describí como si fuera una parodia no tiene utilidad sin este principio fundamental que le da el soporte verdadero. Meditando descubrí , y no sé de dónde vino -de adentro, sí, es verdad todo eso que se lee en la autoayuda misticoide-, que afirmar con verdaxera convicción que amo mi insomnio, mi taquicardia inexplicable, mi miedo irracional, mi absoluta falta de armonía y que probablemente mañana no cumpla de nuevo ese horario de película que me armo en la mente, es lo único que hace que las aguas se calmen. Todo es perfecto en su imperfección. Las aspiraciones, las expectativas, la silueta en la que quiero encajar las piezas de mi rompecabezas, son la fuente de la ansiedad. Mil veces dicho, mil veces leído por mi parte, y repetido comprendiéndolo a un nivel puramente cognitivo. Un verdadero cliché, a estas alturas. Todo, todo, es verdad. y cuando lo escribo suena igual que como suena en todos los libros, blogs, clases, y en todo emisor que lo haya dicho antes, pero aquí adentrito algo pasó, una comprensión no cognitiva. un adentramiento irracional del mensaje, una praxis. En un dos por tres: la felicidad. No tengo que hacer nada bien, no hay nada "bien" (ni, por ende, mal; obviously). Estar en el presente, abandonar la nostalgia del pasado y las expectations del futuro Deshacerse del paradigma moral, que no aplica sólo para las cuestiones que parece que tienen que ver con la ética, sino para todo lo que consideramos la "vida buena"  (y ahora recién entendí ese concepto, que se me aparece en algunos textos, también).ahí estaba la clave de desangustiarse, desansiedarse, de dormir: amar toda la cochiná mental, en vez de luchar con ella. Cuando quieres al conflictivo, se deja de pelear (otra lección que llevo años vislumbrando pero que no había interiorizado; perfectísimo para lidiar con mi hermana la rebelde).
Aprendí montones en este insomnio. Puedo decir sinceramente, genuinamente, que estoy agradecida y feliz. En un dos por tres: toda la autoayuda que puedo necesitar.

Ps1: Gracias, Paramahansa Yogananda, por estar en mi mesita de noche, porque hoy, sin abrir si quiera el libro, me iluminé. Así literal: como que prendí una luz en mí.
Ps2: ¡Que vivan los clichés y la pseudociencia, porque tienen toda la razón práctica que los escépticos se perderán)