miércoles, 3 de octubre de 2012

Abstinencia


Dejemos de tocarnos
y vamos a temblar de ausencia
hasta que se extienda
el tiempo                      sin vernos
vamos a quitarle espacio
al segundo del encuentro

Alejemos nuestros cuerpos
que nuestra fuerza funciona a la inversa
el cuadrado de la distancia 
está en proporción directa
con el amor que cuando se pierde
recién se hace presente

viernes, 31 de agosto de 2012

Demente y ciencia [o sobre la Luna Azul]


Sé pocas cosas y creo todavía menos, lo cual es contradictorio, porque, en realidad, a falta de saberes, creo. Creo, por ejemplo, que sólo sabemos creencias, y que "en realidad" es algo que no se puede saber. 
[Por lo pronto, conjeturo que el incienso de rosas huele a magia -y las rosas, también las rosas- y que la luna es azul no sólo de tres a siete veces por milenio (los metales lo atestiguan)] 
La mente cree que sabe, y sabe que cree. No es un sólo un juego de palabras, medítelo. 


domingo, 8 de julio de 2012

De los garabatos futuros

Me parezco en algo a Nicanor: espero que me galardonen por las obras que voy a hacer.
Te voy a escribir un libro, dije.
La diferencia es que yo tengo potentes intenciones de actualizar. No pienso dejarte escapar de mi plasmación escritural. 
Hoy creí haber descubierto que realmente mi razón de ser es escribir; la gente me busca, me entrega papeles blancos y espera que devuelva, cual impresora un documento de prolijidad sepulcral. Y quieren que formalice sus ideas -no saben que tengo todas las mías amontonadas, sin traducir.
A ti, te voy a escribir en un libro, te digo.

martes, 5 de junio de 2012

Nadie es eterno en el mundo


Gracias por avisarme que estás.

Nadie es eterno en el mundo
ni teniendo un corazón
que tanto siente y suspira
por la vida y el amor
Todo lo acaban los años
dime qué te llevas tú
si con el tiempo no queda 
ni la tumba ni la cruz

Cuando ustedes me estén despidiendo 
con el último adiós de este mundo
no me llores que nadie es eterno
nadie vuelve del sueño profundo
Sufrirás y llorarás mientras te aconstumbres a perder,
después te resignaras cuando  ya no me vuelvas a ver

Adiós a los que se quedan, 
siempre les quise cantar 
suerte y que la gozen mucho 
ya no hay tiempo de llorar
No lloren por el que muere
que para siempre se va
velen por los que se quejen 
si los pueden ayudar

Cuando ustedes me estén despidiendo 
con el último adiós de este mundo
no me llores que nadie es eterno
nadie vuelve del sueño profundo
Sufrirás y llorarás mientras te aconstumbres a perder,
después te resignarás cuando ya no me vuelvas a ver

domingo, 3 de junio de 2012

Tata:

Si estuvieses como antes, jamás hubieses llegado a leer esto, pero ahora que persistes de una forma diferente, sé que lo que te escribo llegará derechito a tu corazón, sin el filtro de las palabras. Sé que no necesito tampoco discursear, pero soy gente de letras, tú sabes, siempre leyendo y escribiendo, tú sabes y se lo contabas a todo el mundo.
No sé qué pasa cuando uno deja de animar el cuerpo en el que vive, no sé, no puedo asumir que andas por ahí o residiendo en algún paraíso, pero sé que existes para todos nosotros, sé que no dejamos de pensarte y cada vez que aprendemos algo nuevo de tu obra, creces. Es difícil. No te voy a decir que no. Sé que no hubieras querido que lloráramos, pero debes saber que es tu culpa, eras tú el que provocó que te quisiéramos tanto que no nos hagamos ahora a la idea de que tenías que partir.
Mira, cuando la gente se muere, todo el mundo dice que eran buenos, pero yo no puedo sólo decirlo de ti -siempre intento ser bien objetiva y esta vez no es la excepción. Tú eras bueno. Eras bueno, gruñón, bueno para la parranda, la comida rica, el whisky, el tabaco -y estoy segura de haberte escuchado decirle a alguien que alguna vez jalaste coca-, las rancheras y el bolero, las películas de cowboys. Eras un patrón de tomo a lomo, te lo ganaste todo y viviste todo "con la tuya". Pero eras tan bueno, que hoy día llegó un mendigo, un "curaito de la plaza" que te llamaba "mi papito"... el Jacinto, un personaje menos preciado que resultó ser el símbolo de toda tu generosidad. A él lo dejaste dormir en tu casa, a pesar de los reclamos de tu familia, lo alimentaste, le perdonaste que te robara plata y simplemente no lo dejaste dormir en la calle, sólo por el hecho de haber sido un ser humano... Qué grande, qué grande fuiste, qué gran obra hiciste con ese pequeño hombre, y tantos más.
No sé de religiones ya. Hoy día cuando llegó la gente de esa parroquia y, luego, el cura; no recé. Es que no creo que tengamos que arrepentirnos por ti. No puedo aceptar que me vengan a decir que hay que pedir perdón por lo que no hiciste bien; ¿por qué habrías de necesitar perdón? Fuiste un hombre, un hombre no necesita perdón por vivir. Fuiste joven hasta hoy día mismo, que se te re-ennegreció el pelo cano. Tampoco, por otro lado, necesito pensar en que vas a tener una eternidad de vivir; ¿para qué? Vives por cuanto vivamos aquellos a quienes nos tocaste, y vivirás como causa de todo el resto de la humanidad. Por eso fuiste un hombre grande, un genio, un patriarca, un jugador, un vividor.
No podías envejecer, lo sé, sé que preferiste morir, sé que lo decidiste tú. Sé que la última vez que nos vimos nos observaste porque supiste que algo podría pasar y quisiste dejar de tener que preocuparte, sólo querías estar tranquilo, como siempre. Créeme, si yo lo hubiera sabido también, me habría quedado más, pero es que de habernos dicho, no te habríamos dejado partir jamás.
No me arrepiento de nada, sólo desearía haber tenido un poquito más de tiempo para abrazarte. Extraño ya tus chistes, extraño tu sonrisa, que me digas "mijita". Extraño tu vitalidad, tu impetuosidad, esa forma de ser tan llevado a tu idea; nunca dejaste que nada se te escapara, todo lo que quisiste, lo hiciste y ya. Hemos hecho una pequeña revisión con las chiquillas y damos fe de ello, no hay nada, de lo que supiéramos, que te haya faltado hacer. No sabes cuánto nos tranquiliza eso... Y nadie puede venir a decir que no. ¿Acaso un chiquillo de región que se fue a Santiago sin zapatos en los pies podría haber llegado a su última hora rodeado de cientos de personas, con una progenie extensa, con propiedades y seguridad, sin tu fuerza de voluntad? ¿Acaso un cabro que se casó obligáo hubiera terminado con una esposa e hijas, nietas y nieto profesándole semejante amor, sin tu excelencia familiar?
Es que no eras Santo, eras muy Bueno.
Lamento no poder contarte todo lo que ha pasado hoy, espero no necesitarlo, porque, de alguna manera que no entiendo, creo que debes saber (en tu existencia independiente o en la que tienes gracias a la impresión que dejaste marcada en nuestro corazón)... Hemos llorado mucho. Perdimos todos los estribos. Grité. Tú sabes que yo no hago esas cosas, pero siempre que me viste llorar, me abrazaste y me hiciste sanar. Gracias. También aprendimos. Aprendimos que la muerte no es tan dura como uno suele imaginar. Fuiste como un terremoto... Antes del "27F" (así le pusieron en las noticias), le tenía un pánico oculto a cualquier temblor, porque temía que se fuera a volver terremoto; no obstante, cuando el batido más grande llegó... nada fue tan terrible como temí; y así ha sido tu muerte: temida, tenebrosa, triste, desgarradora, pero nada apocalíptica. No sé si será por tu cara de estar soñando, o por mi teoría particular para afrontar estas cosas, pero nada de esto resultó ser un final. Si hasta me parece que esto es otra broma tuya, otra cosa que haces de adrede para complacerte y decirnos que dejemos de exagerar. 
Te quiero, te quiero, Tata, porque fuiste otro papá. Gracias por hacer todo para dejar de hacerme llorar, gracias por las desautorizaciones a mis papás, gracias por los regalos de Navidad, gracias por el anillo que me diste sin que nadie supiera qué planeabas (ese gesto tuyo me enorgullece y me hace creerme la muerte, porque ¿quién tiene un regalo planeado, escogido y entregado directamente por ti, sin la mediación de la Nani, ah?). Gracias por ver Tom & Jerry conmigo tantas veces. Gracias por comprarnos chocolates cuando ibas a Matucana a buscar repuestos para el taller. Gracias por irme a buscar al colegio cuando me dolía el estómago o cuando inventaba algo para que me dejaran ir. Gracias por jugar conmigo hasta arrastrándote en el suelo cuando yo era casi un bebé. Gracias por habernos dejado vivir contigo. Gracias por contarme tantas veces ese chiste de las pulgas y el perro. Gracias por haberte reído así, como me estoy acordando, porque ahora mismo me haces reír con eso. Te amo, Tata, no alcanzo a enumerar todo lo que hiciste por mi, por nosotros, y todo lo que te tenemos que agradecer.
Mañana te voy a contar todo lo que ha pasado por aquí.
Ojalá te hubiera comprado más revistas, ojalá abrieras los ojos y nos dieras otro abrazo (¡¿por qué no me abrazaste más ayer, si esperabas todo esto, ah?!)  pero aunque no puedas hacerlo con ese cuerpo tuyo que yace escenografiado por flores, recuerda que siempre podemos soñar.
Te amo, Tata, no te enojes, pero todavía no te puedo dejar de llorar. Ya va a pasar, va a pasar. Porque eso es lo esencial: que todo va a pasar.

PS: Gracias por la casa de la playa, nos hiciste una mansión. No te preocupes, la vamos a seguir cuidando.

domingo, 6 de mayo de 2012

Hipotéticamente, dios

Si tuviese un dios ahora le diría
que no lo necesito
porque sé de qué dependen mis pies

Habría de quitarle las plegarias
en función del azar y la necesidad

Ofrendaría mi incredulidad por salvar-
le las piernas a mi abuelo


viernes, 30 de marzo de 2012

Echar a andar



Tengo la costumbre, o la tendencia imperiosa, de apegarme a cuestiones materiales. Supongo que es un componente esperable de la cuota de obsesividad que me constituye. Me gusta guardar boletos de bus, boletas de cafés, pulseras de papel, incluso los mensajes que me envié con mis amigas en alguna sala escolar. Sí, es un cliché, un cliché por el que me obstino como escuchar a Regina cuando hace frío; tengo cajas de zapatos con recuerdos. Tengo las flores secas de mi graduación. Y un cuaderno en el que escribí un ensayo por primera vez, de media página, a los 12. 
Soy guardadora, con la cabeza para atrás. Hasta conservo esa frase que vengo repitiendo hace años. Lo nuevo, sin embargo, me encanta, y me lo guardo. 
Pero hoy; hoy se me fue una cajita de recuerdos que me llevó a mi primera fiesta escolar, que me trajo de vuelta tantas veces y me expulsó, que me valió el orgullo de llevar a cabo la empresa quijotesca de hacer andar una máquina mecánica que era más alta, ancha y dura que yo, y de equivocarme, de regenerarme e intentar. 


Se lo llevaron, y no tuve ningunas ganas de llorar.
No sé si el desapego, o al menos la indiferencia, me acerca más o menos a mí.

jueves, 1 de marzo de 2012

Amor en superposición temporal

Primer Acto

Te veo tras bambalinas
actuando escenas en que fui ausente
(la danza de tu cabello incólume y joven
me excita y me destierra dese tiempo)

Me veo tras eones
escribiendo actos que me impliquen
pariéndome la existencia
volcando la pluma a la vivencia

Nos veo superpuestos en paneles transparentes
que ambientan nuestra trama
lejana y simultánea

lunes, 2 de enero de 2012

Nostalgia hoy.

Me pregunto si estos recuerdos serán pronto de la Universidad. Si acaso los muros rosas transmutarán en murales de revolución, si las calles del colegio se volverán tierra y pasto pisoteados.Tal vez la sinfonía muda de mi silencio hoy, ocupe el lugar de la melodía celtíbera que ahora asoma como soundtrack de mis memoria. Debería aprehender ya el ahora. Porque la nostalgia es tan profunda siempre que hace caer en ella todos los instantes: la nostalgia del incesante pasado/r.
La paradoja de la nostalgia por los tiempos idos, no es tanto el olvido del presente, sino que ella misma es omnipresente, al tiempo que pasajera.
Se atreve a hacerme creer que cada instante vivido es un mundo nuevo, elimina los continuos de mi temporalidad, anula la causalidad y me empuja a una existencia inédita: la nostalgia me desliga de mi mundo vivido en cuanto me lo recuerda como algo que pasó.
No sé. No quiero desarrollar teorías universalistas, sólo me pregunto si acaso no estaré pronto repasando las líneas de mis fotografías contemporáneas, sino dibujaré este instante en mi álbum de anhelos anacrónicos. Yo creo que sí, soy de esa gente que tiene la cabeza vuelta hacia atrás (aunque ansiosa por escudriñar el futuro de frente).
La cuestión que ahora me abarca es cómo mirar, con el cristal de nostalgia, el presente, para agarrarlo más fuerte, apretar la nariz en su vientre y olerlo, saborear sus pliegues y disfrutar su escurridizo ahora "para siempre".