Me pregunto si estos recuerdos serán pronto de la Universidad. Si acaso los muros rosas transmutarán en murales de revolución, si las calles del colegio se volverán tierra y pasto pisoteados.Tal vez la sinfonía muda de mi silencio hoy, ocupe el lugar de la melodía celtíbera que ahora asoma como soundtrack de mis memoria. Debería aprehender ya el ahora. Porque la nostalgia es tan profunda siempre que hace caer en ella todos los instantes: la nostalgia del incesante pasado/r.
La paradoja de la nostalgia por los tiempos idos, no es tanto el olvido del presente, sino que ella misma es omnipresente, al tiempo que pasajera.
Se atreve a hacerme creer que cada instante vivido es un mundo nuevo, elimina los continuos de mi temporalidad, anula la causalidad y me empuja a una existencia inédita: la nostalgia me desliga de mi mundo vivido en cuanto me lo recuerda como algo que pasó.
No sé. No quiero desarrollar teorías universalistas, sólo me pregunto si acaso no estaré pronto repasando las líneas de mis fotografías contemporáneas, sino dibujaré este instante en mi álbum de anhelos anacrónicos. Yo creo que sí, soy de esa gente que tiene la cabeza vuelta hacia atrás (aunque ansiosa por escudriñar el futuro de frente).
La cuestión que ahora me abarca es cómo mirar, con el cristal de nostalgia, el presente, para agarrarlo más fuerte, apretar la nariz en su vientre y olerlo, saborear sus pliegues y disfrutar su escurridizo ahora "para siempre".